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dissabte, d’abril 14, 2012



Carta a González Faus

Creyentes de ese Dios de luz, sois un ejército de bondad que tinta el mundo con la pintura del amor

Artículos | 08/04/2012 - 00:00h

Estimado amigo, hace ya un año que te debía estas palabras, después del diálogo que tuvimos sobre la trascendencia espiritual. Pero como lo urgente siempre devora a lo necesario, la respuesta se ha demorado. Sin embargo, aquí estamos otra vez en Semana Santa y otra vez hablando de Dios. Agradecí tu preciosa descripción de lo que era la fe, espléndidamente resumida en el canto de Atahualpa Yupanki: "Hay cosas en este mundo / más importantes que Dios / que un hombre no escupa sangre / pa que otros vivan mejor". Ese Dios que me mostraste, que no busca la contemplación en sí mismo sino ser contemplado en el dolor de la gente, es un Dios ante el que me inclino. Creer no forma parte de mi diccionario, porque estoy más cercana al nihilismo que al bálsamo religioso. Pero hace años que entendí que la trascendencia espiritual había convertido a simples mortales en silenciosos héroes que dedicaban su vida a mejorar la de todos. Ese Dios que los ilumina, y que traza una línea de entrega, es un concepto maravilloso que me seduce a pesar de mi lejanía. Gentes como vosotros, creyentes de ese Dios de luz, sois un ejército de bondad que tinta el mundo con la pintura del amor. Y cuando observo vuestro recogimiento en días como estos, sobrecargados de simbolismo, algo de vuestra paz me serena.

Sabes mejor que yo, no en vano eres un gran pensador de la fe, que Dios es también la excusa del mal pequeño y... del mal en mayúsculas.

Aborrezco profundamente la fe de los fanáticos, la conversión de la espiritualidad en un arma de intolerancia, la imposición de los credos, la represión del dogma, la negación del pensamiento. Ese Dios castigador forma parte de la peor historia de la humanidad y es, sin duda, enemigo de tu Dios. Esa es la grandeza de tu creencia, que sitúas al ser humano en el centro de la fe, y es ese centro terrenal el que da sentido a tu espiritualidad. Quizás estamos más cerca de lo previsible, porque lo que tu llamas fe, yo llamo ética, pero los dos concebimos el compromiso con nuestro tiempo y nuestra gente. Te confesaré -¡qué verbo más apropiado!- que la Semana Santa me carga mucho. Tanta exhibición, tanto barroquismo callejero, tanta dramaturgia impostada, no sé, me aleja de esa creencia íntima y humilde que engrandece a gentes como tú. Ese Dios que pasean con tanta hipérbole me parece un Dios vanidoso y excesivo, más propio del consumo que del recogimiento. Y además, esa obsesión con el martirio, ¡qué tortuosa idea! Pero tu Dios, en cambio, es una idea luminosa que consigue interpelarme a pesar de no hablar su lenguaje. Decía García Márquez que la idea de la existencia de Dios le desconcertaba tanto como la negación de esa idea. Por ahí debemos andar algunos, en desconcierto permanente. Pero sea como sea, el Dios que tú muestras sólo me da certezas. Porque el amor es quizá la única certeza que no tiene desmentido.

dijous, d’abril 05, 2012

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2...

Un conte que explica la insostenibilitat del sistema alimentari global.

Escrit per Gustavo Duch (publicat a la Revista INTEGRAL el setembre de 2011)


...Érase que se era un planeta sometido a las estrictas leyes de la naturaleza y gobernado tiránicamente por la sabiduría colectiva: la tierra era esponjosa y dulce; llovía dos veces por semana, los lunes por la mañana y los jueves por las tardes; los ríos chorreaban agua destilada; y de los mares rebosaban calamares, tiburones y bacalaos. Cuando los niños y niñas de entonces caminaban hacia la escuela, escupían en los márgenes las semillas de los nísperos que les gustaba almorzar, y cuando hacían el camino de vuelta ya un árbol-níspero había brotado, crecido y florecido, regalando nuevos carnosos frutos.

Era mucha la abundancia y parecía no tener fin. Pero aún así se decidió hacer caso a unas maravillosas mentes privilegiadas que traían bajo su chistera nuevas fórmulas -para asegurar una mejor y más sana alimentación global, mundial y planetaria –proclamaban arrogantes.

Se especializó a los países. Usted produzca café que llevará a un mercado central a tan sólo 10 mil kilómetros de su bancal. A ustedes le privaremos de salir a pescar, sólo por los próximos 60 años -no se preocupe- para abastecer dicho mercado central. Estos señores de allí abajo retirarán de sus campos todas las verduras, gallinitas y cabras,… para dejar espacio a la producción de alimentos carburantes…que por su puesto mandarán al mercado global.

En las quimbambas se fabricará el campo de cultivo más grande nunca imaginado: 998 millones de hectáreas rectilíneas cultivas de soja con sistemas de riego-cultivo-fumigación automatizados e informatizados, que se controlarán con sólo tres trabajadores: el responsable informático, el supervisor del responsable informático, y el supervisor del supervisor del responsable informático.

Desde las quimbambas se repartirá la soja a países centrales con granjas militarizadas: las vacas, cerdos y ovejas cuando tocan a diana comerán sus potajes de soja, hamburguesas de soja y pasteles de soja. Al sonar el silbato –las rumiantes- tendrán bien aprendido alinearse para ser ordeñadas asépticamente por succionadores mecánicos. Los cerdos mansamente se dirigirán a sus sillas eléctricas.

Para favorecer una buena distribución, se crearán cinco supercentros distribuidores encargados de repartir por cada uno de los continentes toda la comida almacenada en el mercado central.

Para evitar la competitividad, que destruye la armonía entre seres humanos, se empapelarán las pequeñas granjas, caserios y masías de diferentes letreros: prohíbido matar cerdos, por compasión; prohibido elaborar quesos, por higiene; prohibido conservar semillas, por que sí.

Y funcionó a la perfección:

Los ríos no tienen nada que regar, y no llevan agua para evitar desperdicios.

Los desperdicios de las granjas van por cañerías hasta nuestros vasos.

Las mariposas ya no tienen que polinizar, y no existen.

Los pollos viven como mariposas: nacen y mueren rollizos en tres semanas.

La ropa de las boutiques la fabrican antiguas campesinas.

El café recorre el mundo en una cápsula de aluminio y se vende en boutiques.

Muchas cápsulas antidiabetes y antigordura consume quien puede comer.

Quien puede comer, pero no tiene cápsulas, se muere de envenenamientos.

El consumo genera muchos beneficios para el mercado central y sus cinco supercentros.

Y mil millones de terrestres pasan hambre.

Son las libres leyes del mercado y el desprendimiento de liberales gobiernos

3...

Videoblog d'Esther Vives